En un sentido amplio, el término shinbutsu bunri indica los efectos del movimiento antibudista que, desde mediados del período Edo en adelante, acompañó la expansión del confucianismo, el crecimiento de los estudios de la literatura y la cultura japonesas antiguas (kokugaku), y el surgimiento del nacionalismo basado en el sintoísmo.
Todos estos movimientos tenían razones para oponerse al budismo.
Antecedentes antes de 1868
Hasta el final del período Edo, en 1868, el sintoísmo y el budismo estuvieron íntimamente conectados en lo que se denominó shinbutsu-shūgō (神仏習合), hasta el punto de que los mismos edificios a menudo se usaban como santuarios sintoístas y templos budistas, y de que las deidades sintoístas se intrepretaban como manifestaciones de Buda.
A principios de la era moderna se observa una creciente tendencia a oponerse al budismo por ser una religión importada del extranjero, así como a defender el sintoísmo como la religión nativa, en parte como una reacción nacionalista.
La política del gobierno Meiji
En un sentido más estricto, el término «shinbutsu bunri» hace referencia a la política de separación del sintoísmo y el budismo decretada por el nuevo gobierno Meiji mediante la Orden de Separación de Kami y Budas (神仏判然令, Shinbutsu Hanzenrei) de 1868.
El movimiento antibudista
Esta orden desencadenó el haibutsu kishaku, un violento movimiento antibudista que provocó el cierre forzoso de miles de templos, la confiscación de sus tierras, el regreso forzoso de muchos monjes a la vida laica o su transformación en sacerdotes sintoístas, y la destrucción de numerosos libros, estatuas y otros artefactos budistas.
Incluso las campanas de bronce se fundieron para hacer cañones.
Sin embargo, el proceso de separación se estancó en 1873 cuando el Gobierno decidió poner orden y sofocar ese movimiento.
Hoy en día la separación aún está parcialmente completa: muchos templos budistas importantes conservan pequeños santuarios dedicados a los kami sintoístas tutelares y algunas figuras budistas, como el Bodhisattva Kannon, son venerados en los santuarios sintoístas.
La política fracasó en sus objetivos a corto plazo y finalmente se abandonó, pero tuvo éxito a largo plazo en la creación de un nuevo statu quo religioso en el que el sintoísmo y el budismo se perciben como diferentes e independientes.
Consecuencias de esta política
La campaña finalmente fracasó en destruir la influencia del budismo en el pueblo japonés, que todavía necesitaba funerales, tumbas y ritos ancestrales, servicios todos ellos tradicionalmente brindados por el budismo.
Fue un rotundo fracaso del primer intento del Estado de influir en la vida religiosa.
En 1873, el gobierno admitió que el esfuerzo por elevar el sintoísmo por encima del budismo había fracasado.
Sin embargo, el gobierno sí provocó la difusión de la idea de que el sintoísmo era la verdadera religión de los japoneses, finalmente revelada tras permanecer durante mucho tiempo oculta tras el budismo.
En los últimos años, muchos historiadores han llegado a creer que el sincretismo de los kami y los budas (shinbutsu shūgō) era igualmente auténticamente japonés.
El gobierno logró crear la impresión de que el sintoísmo y el budismo en Japón son religiones completamente independientes.
La mayoría de los japoneses de hoy ignoran que algunas de sus prácticas religiosas habituales no pueden entenderse fuera del contexto del sincretismo de los kami y los budas.
Cultura japonesa
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